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domingo, 17 de julio de 2011

¡Esto es Bollywood!

Los que me conocen saben que en cuanto empiezo con la jornada de verano aprovecho las tardes para hacer cosas. ¿Y qué tipo de cosas? Pues cosas, que todo hay que explicarlo. Por ejemplo, leer libros que tenía aparcados, retomar series de fotos interrumpidas o apuntarme a talleres de danza. Sí, todos los veranos hago al menos un taller de danza. Me gusta bailar, es divertido y conoces gente curiosa. Y si el número de alumnos es suficiente, hasta puedes esconderte detrás de los demás para que no se te vea en el espejo. Esto casi nunca cuela, pero por intentarlo que no quede.

Este año me decidí junto con una compañera de trabajo por un taller de Bollywood sexy style. ¿Y eso en qué consiste? Pues según nos contó Leyla Zurah (the teacher) es una mezcla de baile clásico y folklore enfatizando los movimientos más sensuales. Sensuales para los indios, claro, aquí se considerarían casi inocentes.

El caso es que el taller duraba tres días, y el lunes me presenté allí después de haber pasado por el gimnasio (eso lo contaré otro día) y me llevé la primera sorpresa: no era una hora de danza, eran dos horas cada día. Mierda, y yo que me fui primero a correr, ahora seguro que no aguanto la clase entera. Bueno, me esconderé tras las demás y así si me paro no se ve. Y éramos cuatro en clase, así que nada de esconderse. La profe nos puso un bindi, nos hizo saludar a la Tierra y ¡hala! a aprender los pasos básicos. Después de la primera hora me quería morir, pero las compañeras resultaron ser unas tías majas y Leyla es una salá, con lo que nos divertimos mucho.

Montamos una coreografía con la canción de éste vídeo (no os perdais al policía, que es genial) pero sin chicos y Leyla le puso nombres “comprensibles” a los pasos para que los recordáramos, como el momento Lina Morgan también conocido como me meo toa, y así durante tres días. Como decía antes, fue muy divertido, incluida la visita al chino-putis para comprarme una faldita adecuada. Al principio era para vernos: el movimiento sensual de caderas se convertía en Chiquito de la Calzada, las miradas “con intención” en expresiones desconcertadas y la posición de las manos resultaba ortopédica, pero allí estábamos para pasarlo bien y aprender y nos volcamos a ello con entusiasmo. Al final casi parecía que sabíamos lo que hacíamos.

Sudamos como pollos, nos reímos un montón, perdí parte de la falda arrastrándome por el suelo (no pregunteis) y conseguí agujetas en el lugar más insospechado: los hombros. Me parece que en cuanto salga otro taller de Bollywood con Leyla me apunto de cabeza.

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