Si tuviera que elegir una única cosa de las muchas que me enseñó mi madre sería esta: lucha por aquello en lo crees. Incluso cuando parece imposible conseguirlo merece la pena intentarlo. Y sabía de lo que hablaba. Se quedó huérfana con ocho años, vivió en hospicios, trabajó desde que pudo, se casó demasiado joven y murió pronto. Y en ningún momento dejó de luchar ni perdió las ganas de vivir ni la sonrisa.
No se puede decir que hiciera grandes aportes a la humanidad, pero merece que se la recuerde aunque no sea en los libros de historia. Son los recuerdos pequeños, cotidianos, los que te acercan a las personas, esos recuerdos que te hacen sentir como en casa, los que cuentan. El día que nos regó a todos porque no dejábamos de jugar en la mesa durante la comida. La tortilla de patata, los filetes empanados y las empanadillas cuando íbamos a la piscina o al campo. Sus historias de cuando era joven (mucho mas joven, nunca llegó a ser mayor del todo) en el primer concierto de los Beatles en España. "No os compro natillas de chocolate porque os las coméis".
No era importante, pero era una gran mujer. La recuerdo hoy, en el aniversario de su muerte, y la recordaré siempre en los momentos importantes de mi vida.
En este caso el título de tu entrada no puede ser más erróneo. Sigue hablando de ella y no se habrá ido del todo. Hoy más que nunca sitos y achuchones
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