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martes, 30 de agosto de 2011

Indignada

A pesar de lo que pudiera parecer no sentía una animadversión especial por los católicos: me molestan todas las religiones por igual. Tengo varios motivos para ello, por ejemplo su dogmatismo y su concepción de lo que debe ser el orden natural de las cosas.

Por lo que respecta al dogmatismo religioso es, en principio, similar al concepto de axioma en la ciencia. Es necesaria la existencia de una proposición inicial que se da por verdadera para empezar a entender o interpretar el mundo que nos rodea. Lo que diferencia el dogma religioso del axioma científico es que mientras la religión fija una interpretación del mundo como la única válida sin posibilidad de revisión, la ciencia no sólo permite revisar la concepción del mundo sino que precisamente es esa su finalidad: investigar, descubrir, ajustar. La religión (cualquier religión) no sólo establece cómo funciona el mundo sino que da un paso más y condena al ostracismo, al infierno o directamente a la pena de muerte a cualquiera que desafíe su concepción de la realidad (no solo de la espiritualidad). Así, los ateos no son los únicos perseguidos: el practicante de cualquier culto ajeno al propio (infieles, paganos) o los que reinterpretan los textos sagrados (herejes, apóstatas, renegados) son castigados, siendo estos últimos los que peor destino pueden esperar. La necesidad de interpretar el mundo que nos rodea y dotarle de algún sentido es uno de los objetivos originales de las religiones, pero en el mundo actual esa función puede encontrarse también en la ciencia y en la filosofía.

Si hablamos de su concepción del orden natural de las cosas, los practicantes de cualquier religión se creen en posesión de una verdad absoluta e indiscutible que les hace contemplar al resto de los mortales con una superioridad moral que raramente les caracteriza (¿pecado de orgullo?). Haciendo de abogado del diablo podría argumentar que las normas básicas de comportamiento de las religiones son una colección de reglas para mejorar la convivencia de grupos humanos numerosos: no robarás, no matarás. No es que estas normas estén mal, es que hace ya mucho tiempo que fueron sustituidas por las legislaciones. Eso en los estados laicos, solo hay que echar un vistazo al mundo musulmán para ver lo que sucede cuando la religión toma las riendas de la legislación. Los intentos de las religiones por imponer su visión de lo que es correcto a través de las leyes civiles constituyen un acto de agresión contra los Derechos Humanos ya que para empezar niegan la igualdad entre los seres humanos. Ya no es que una persona considere algo moralmente reprobable porque no coincide con su forma de entender la vida, es que intenta imponer su visión por la fuerza a quienes piensan diferente. Si su religión prohíbe el divorcio, que nadie pueda divorciarse; si Dios considera sagradas a las vacas, que nadie las coma. La diferencia con la legislación laica es que la ley del divorcio no significa que te obliguen a divorciarte si eres creyente, pero si no lo eres regula la manera en la que puedes rescindir el contrato matrimonial. Una ley para todos.

Eliminada la necesidad de explicar el mundo y la necesidad de normas de comportamiento social como justificación de la religión sólo nos queda la fe en un ser superior originada en el antropocentrismo que nos lleva a imaginarnos a nosotros mismos como el fin último de la cadena evolutiva. Nos negamos a creer que nuestra vida no tenga repercusión una vez muertos, y para ello inventamos dioses que nos proporcionan la eternidad a través de la vida después de la muerte. Algún día hablaré de la incompatibilidad entre la idea del alma inmortal y la resurrección de la carne, si algo tiene la religión es su capacidad para la incoherencia. Este punto siempre me ha hecho gracia: a ojos de un creyente la vida en la tierra es un mero tránsito a una vida mejor, pero es tan complicado ser merecedor de ella que se hace necesario establecer todo un catálogo de normas que regulen cualquier aspecto de la vida diaria con el fin de alcanzarla. Parece que los creyentes son un grupo de gente que necesita un tutelaje muy específico ya que pueden perderse del buen camino con mucha facilidad. Esto explicaría su interés en legislar la vida civil, no sea que los no creyentes vayan a desmandarse por no saber a que atenerse en el día a día.

En el mundo actual las religiones se ven arrinconadas cada vez más al ámbito exclusivo de la fe, cosa que viven como una agresión y ante lo que responden de forma cada vez mas violenta. No creo que sea necesario poner ejemplos. Y aquí es donde entramos en el primer punto, yo no SENTÍA una especial animadversión por los católicos. En las famosas jornadas JMJ de Madrid el Papa se ha permitido decir que la ciencia es El Mal, siempre es mejor la explicación que ofrece la religión sobre el mundo; que el laicismo es El Mal, para qué los estados laicos si la religión sabe perfectamente como debemos comportarnos; que pensar por nuestra cuenta está mal, ellos se encargan de orientar nuestro pensamiento; y por último, que los líderes católicos son El Bien, en sus manos y en sus espíritus está la verdad verdadera. Este último punto es el más clarificador de todos, porque deja en evidencia cual es el verdadero objetivo de las religiones: ser un instrumento más de poder sobre las masas. Puedes estar de acuerdo o no con todo esto, pero cuando pandillas de jóvenes transfigurados por la fe se van de copas para volver en hordas entonando cánticos religiosos con sus guitarras a las tres de la mañana TOTALMENTE BORRACHOS mientras el transporte por mi ciudad les sale gratis a costa de la subida de los billetes para los residentes y otro tipo de visitantes, además de llevar puestas las camisetas y mochilas que se pagaron a medias con mis impuestos; cuando esos jóvenes se permiten el lujo de insultar a quien les dice que el estado debe ser laico (una señora de unos 50 años berreando que un estado laico era una aberración, aunque la verdad es que no encaja en la definición de "joven"), consideran que eres un pervertido que no debe tener los mismos derechos que el resto de los seres humanos si tu sexualidad no está aprobada por el Papa (los bares de copas en Chueca se llenaron de muchachos con la camiseta de las Jornadas); cuando esos jóvenes, repito, invaden tu barrio y te imponen durante días (mas de una semana) su visión del mundo sin réplica posible ya que se mueven en grupos numerosos y cualquiera les dice nada (hasta mi perro tenía miedo de bajar a la calle), para mi pierden cualquier altura moral que creyeran tener. Han demostrado ser prepotentes, hipócritas, muy molestos y han pasado a ocupar el primer puesto en el ranking de cosas que me molestan hasta desear su desaparición. Estoy totalmente indignada con su comportamiento. Si, es únicamente por lo mucho que me han molestado de forma personal, yo no pretendo tener ninguna "altura moral" que me permite mirar por encima del hombro a los demás.

Tampoco pretendo tener la verdad absoluta en mi poder, no me considero mejor ni peor que los demás y puede que mi visión del mundo esté totalmente equivocada, pero no intento imponer mi modo de vida a nadie y soy capaz de respetar una opción vital muy diferente a la mía, salvo que implique el recorte de las libertades y los derechos de los demás. Y si a alguien no le gusta esta entrada o le ofende personalmente, que no se preocupe: cuando muera arderé en el infierno.

2 comentarios:

  1. Esta entrada me ha quedado un poco ladrillo y no tiene ninguna gracia, pero si no suelto me pongo mala.

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  2. Ni ladrillo ni nada, es que hay cosas que tienen que decirse.

    Ya sabes lo que opino de todo esto, no puedo con el concepto de "yo legislo para que tú te veas obligado a vivir como yo quiero o, por lo menos, a no hacer lo que tú quieras".

    Está claro que si no fuera por ellos estariamos en la calle matándonos unos a otros, robando a todo el mundo, abusando sexualmente de todo niño que se cruzara en nuestro camino... ¡si es que somos unos perdidos!

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