Llevo mucho sin actualizar el blog y se me acumulan las felicitaciones, así que daos todos por felicitado el año, los Reyes y cualquier otra fiesta que se me haya traspapelado porque la entrada de hoy va dedicada a mi padre.
Ayer fue su cumpleaños: el mozo acumula ya la cantidad de 66 años y está hecho un chaval. Y cuando digo "hecho un chaval" quiero decir que ya les gustaría a muchos jovenzuelos estar como mi padre. ¿Que no os lo creéis?
Mi señor padre corrió su primera maratón a la edad de 53 años. Y no solo eso, corre a diario una media de 12 km, así, para entrenar. Pero lo mejor no es la fuerza de voluntad para entrenar todos los días, lo mejor es su capacidad de seguir adelante hasta cumplir su objetivo. Como ejemplo sirvan nuestras San Silvestres.
Es tradición familiar que despidamos el año corriendo la San Silvestre vallecana mis hermanas, mi padre y yo. Al principio íbamos la peque y yo, pero año tras año se nos unieron los demás. Sólo se falta a la cita por enfermedad incapacitante (si te duele un brazo, se corre; si tienes fiebre se te perdona :) ). No hacemos buenos tiempos pero lo pasamos bien. El caso es que cada año vamos flojo uno distinto. Este año le tocó a mi padre. Se levantó el 31 con gastroenteritis, pero como a lo largo del día fue mejorando decidió participar de todos modos. Todo fue bien hasta el km 7, en el que de repente paró y empezó a andar: "es que si corro, vomito". Le propusimos abandonar la carrera dado que se encontraba mal, pero él se empeñó en finalizar la prueba. Tres kilómetros andando y a punto de vomitar y no se rindió.
Esta es una de las cosas que mi padre nos ha enseñado: no te rindas, sigue adelante; si de verdad te importa el objetivo que te has marcado no te dejes vencer por las adversidades. Ya descansarás cuando termines. Como decía un corredor de maratones "pain is inevitable, suffering is optional". Te va a doler, tú decides si sigues adelante. Pero no todo lo que nos ha enseñado es a sufrir y soportar, también nos ha enseñado a seguir jugando. No importa lo mayor que te hagas, sigue jugando toda tu vida.
Estoy muy orgullosa de mi padre y también de poder decir que sus hijos hemos aprendido lo importante: a seguir jugando y a continuar adelante.
Felicidades, papá.
Importantes lecciones que no todos aprenden y que muchos olvidan
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